Café, chocolate y todo lo dulce son los elementos más superficiales de la maravillosa cultura paisa. Medellín me sorprendió como te sorprende por primera vez un poquito de sal de mar en un barquillo de helado de caramelo. Te pone a pensar lo simple que fue la idea, lo cerca y accesible que se encuentra y al mismo tiempo lo poco probable que era que lo encontraras si empezabas a buscarlo. Y es que hay cosas que deben ocurrirnos por accidente, sobre todo las mejores cosas. Medellín me sucedió porque LJ me invitó en un viaje de negocios y me fui con Lila a caminar por sus calles, parques, plazas y hasta por los patios de un castillo. Probé lo que pude de la bandeja paisa, de los cortaditos y las aromáticas y he quedado enamorada de una ciudad que es en esencia el grupo de personas más maravillosamente unidas que he conocido en Latinoamérica.
Gracias Medellín por tu hospitalidad, por darme a mi querida amiga Sandra, a su bella madre que cocina tan rico, a su hermoso papá que cada año se ve más jóven, y a JuanPa que no dejó ir a Lila sin darle un besito en la boca. Atrevido; pero lo perdono porque es bello.
Por último, gracias LJ por invitarme y por darme el obsequio de conocer este rinconcito tan bonito que es Medellín. ¡La próxima visita yo la invito!